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ROGAR Y CANTAR A MARIA

Ahora te saludo, oh Virgen María; te saludo de rodillas y con intensa devoción, agradeciéndote con las manos juntas. Además, para que recibas y escuches mi fervorosa oración, te saludaré una vez más con aquel devoto homenaje: "Ave María, llena de gracia, el Señor es contigo, tú eres bendita entre las mujeres y bendito es el

Acepta, entonces, la oración que tu servidor recita ante ti, y mírame, misericordiosísima Madre de Jesús, amadísima Virgen María. Acuérdate siempre de mí, puesto que si yo alguna vez me olvido de ti, quedo por ello muy No te olvides nunca de mí, tú que has generado la misericordia para todos.

Recibe luego al alma que se aleja de este destierro, e introdúcela a través de las puertas del cielo a los dichosos lugares del paraíso. Colócame junto a ti y habla en mi favor al Hijo tuyo, Rey de los siglos, con palabras buenas y suaves, tú que recibiste aquel saludo santo y bendito de la

En ese momento, protege a mi alma de los espíritus inmundos y espantosos, para que no se atrevan a acercarse; y dígnate visitarla con tu dulce presencia, junto a la multitud de los ángeles y de los santos. Antes de que yo deje este mundo, comprométete también a aplacar con tus purísimos ruegos a tu divino

En Alemania vivía hace años un muchacho, hijo de un labrador, que se reveló como hombre de gran oración y, más adelante, también de magnífica acción. Ese joven, cuando rezaba con sus compañeros, seglares como él, solía decir al final: «Y ahora, para terminar, un padre nuestro por los que andan por el mundo sin saber

Hagamos como aquel artista que quería pintar un cuadro fiel de Alejandro Magno. Alejandro tenía una fea cicatriz en la frente, recuerdo de un mandoble. ¿Qué haría el pintor? Si quitaba la cicatriz, el cuadro no sería fiel. Si la pintaba, afeaba el cuadro. Se le ocurrió entonces pintar al rey en actitud pensativa, con la cabeza

Cuando el primer globo de gas se elevó en las Tullerías, tripulado por Montgolfier, la octogenaria y escéptica marquesa de Villeroy se hizo arrastrar en su poltrona hasta una ventana de su palacio convencida de la imposibilidad de la ascensión. Y cuando vio al aeronauta, aplaudido por el público, despegarse de tierra, pasó de la incredulidad

Cuenta J. Régnier, en Le sens du péché: «Después de una instrucción de semana santa, el primero que llegó al tribunal de la penitencia empezó su acusación con estas palabras: "Padre, yo iba a confesarme, como de costumbre, de las faltas cometidas contra los diez mandamientos, acerca de los cuales me considero no del todo mal;

Un hombre rico se lamentaba a cierto religioso por una proposición acerca del aumento de  las pensiones de la vejez. Decía que la nación no podría soportado, que los viejos tendrían demasiado que gastar en ocios, etc. — Acérquese a la ventana —le dijo el monje— y dígame qué ve a través del cristal. — Veo la gente

Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, tras asistir a un homenaje que les tributaron en un pueblo de Andalucía, llegaron a una hora muy avanzada, agobiados por el cansancio y el caluroso clima de agosto, a la habitación de la fonda.   Dos camas en un solo cuarto, como en la fraternal pareja era de rigor. Y uno solo