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Pensamiento del día

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PERDIÓ A JUDAS   Lucas 22,3 Entonces Satanás entró en Judas. llamado Iscariote, que era del número de los Doce   . Mateo 26,15 y les dijo: "¿Qué me quieren dar, y yo se los entregaré?" Ellos Je asignaron treinta monedas de plata. Mateo 27,3 y siguientes.

DIOS CASTIGA LA AVARICIA DEL SIERVO DE ELISEO. 2 Reyes 5,25 Cuando llegó y se presenté a su señor, Eliseo le dijo: "¿De dónde vienes, Guejazi?" Respondió él: "Tu siervo no ha ido ni aquí ni allá". 26 Le replicó: "¿No iba contigo mi corazón cuando un hombre saltó de su carro a tu encuentro? Ahora has

En cierta ocasión, san Pío X lamentaba en presencia de alguien, cuando era coadjutor de Tombolo, el que tantos jóvenes del pueblo en su presencia no supieran leer ni escribir, ignorancia que les cerraba el paso a muchos tratos ventajosos. — Fundaremos una escuela nocturna —propuso el santo—. La dividiremos en dos grupos: un maestro nacional atenderá

De mi año pasado en Santander guardo, entre otras bonitas cosas, este recuerdo, que referiré según un padre de familia me narró: «Un día bebí más de lo necesario e, inconscientemente, dejé escapar unas palabras mal sonantes. Cuando fui a acostar, según costumbre, a mi hijito (un colegial de ocho años), apartó de mí su carita con

La blasfemia es un pecado gravísimo que sólo la ignorancia puede excusar. En el Levítico se nos narra cómo en el pueblo de Israel se castigaba al reo de blasfemia: Un hombre de padre egipcio riñó en el campo con un israelita y maldijo el nombre de Yahvé. Fue encarcelado hasta que Moisés, de parte de Yahvé,

MARÍA NOS MUESTRA A SU HIJO JESÚS El hijo. Regocíjate hoy, Santa María, porque das a luz los gozos de la nueva alianza; regocíjate, Madre Intacta, porque continúa tu virginidad florecida de gloria; regocíjate, Madre Virgen, porque fuiste preservada de la maldición y del oprobio de las mujeres. Puedes con justicia regocijarte en Jesús, tu Salvador, porque le brindas

VALORES Y CONSUELO DE MARIA El mismo Jesús entró en esta fortaleza, asumiendo de ella los sagrados miembros de su cuerpo, con el fin de vencer al príncipe de las tinieblas. Tú también, entonces, entra para refugiarte a la sombra de esta fortaleza, rogando día y noche ser salvado, por los méritos de la Santísima Virgen, de