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Pensamiento del día

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Mateo 28,2 De pronto se produjo un gran terremoto, pues el Ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose, hizo rodar la pie- dra y se sentó encima de ella. Lucas 22,43 Entonces, se le apareció un án- gel venido del cielo que le confortaba, Marcos  l , 13  

Génesis 3,24 Y habiendo expulsado al hombre, puso delante del jardín del Edén querubines, y la llama de espada vibrante, para guardar el camino del árbol de la vida. Números 22 Todo. Job 4, 18 Si no se fía de sus mismos servido- res, y aun a sus ángeles achaca desvarío

EFECTOS DE LA DEVOCIÓN A MARÍA   Para conseguir la benevolencia del benignísimo Jesús y de su muy misericordiosa Madre, nada mejor hay para ti que humillarte en cualquier circunstancia, sometiéndote a todos, manteniéndote siempre en el último lugar y considerándote sinceramente indigno y ruin. Si en cambio te crees capaz de llevar a cabo algo bueno,

EFECTOS DE LA DEVOCIÓN A MARÍA Feliz el que escucha con atención las amonestaciones que Jesús le dirige, para que se corrija y, después del amargo llanto, se sienta nuevamente arrobado por los dichosos éxtasis del alma. La conmiseración de Jesús es más grande que todos los pecados, y la benignidad de María no podrá agotarse

EFECTOS DE LA DEVOCIÓN A MARÍA Ellos no se olvidarán jamás de ti, mientras tú no los olvides. Pero si desgraciadamente te olvidaras o te comportaras mal, si tu devoción de antes se hubiese enfriado, tendrás que sancionarte con oportunos castigos, deplorar con amargura tus malos pasos, aprender a hablar más a menudo con Dios y

EFECTOS DE LA DEVOCIÓN A MARÍA Comienza en la tierra a alabarlos, a venerarlos y a amarlos, para que puedas merecer la gracia de reinar con ellos, bendecirlos y ensalzarlos eternamente en unión con los ángeles y los santos. Es hermoso y suave alabar a Jesús, es amable y gracioso alabar a María. Alábales en la alegría,

EFECTOS DE LA DEVOCION A MARIA Cada vez que estés por recitar las divinas alabanzas o por realizar cualquier acción, a solas o con los otros, eleva primeramente los ojos al cielo e invoca con ternura a Jesús y a María, poniéndote entre súplicas bajo su vigilante protección, haciendo la ofrenda de ti mismo a su