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mayo 2023

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Un día un niño pequeño trabajaba con su padre en la reparación de las paredes de un pozo de agua. El papá estaba en el fondo y el niño desde arriba no podía ver nada allá abajo. Desde abajo escuchó que el papá le decía: "Salta hijo, salta; yo te recibo en mis brazos". "Pero no

En Roma, en los tiempos del paganismo, existían las vestales o sacerdotisas de Vesta, encargadas de tener siempre encendido el fuego sagrado en el templo de la diosa. Eran seis; entraban en el templo a la edad de diez años y estaban en él hasta los treinta; durante ese tiempo tenían que conservar intacta su virginidad. Eran

¿Conoces la bellísima leyenda de Kwan‑yill, la diosa china de la misericordia, a la que tantas plegarias de labios chinos se han dirigido?. Según la leyenda, esta princesa vivía en China siglos antes del nacimiento de Cristo. Su padre, el rey, quería casarla pero ella, deseosa de conservar su virgi­nidad, se refugió en un convento. Enojado

A Miguel Ángel le preguntó un crítico por qué había hecho tan joven y tan guapa a la Virgen de la Piedad, siendo así que ya debería de tener cuarenta y ocho años por lo menos cuando murió Jesús. Le respondió: "Siempre fue joven y siempre fue bella, porque siempre fue Virgen".

Escribe Gregario Taumaturgo (siglo III): "Yo quería tener la fe verdadera, pero los muchos herejes me tenían desconcertado; y yo me preguntaba: ¿Será Jesús un verdadero ser humano? ¿Tiene Jesús un cuerpo real? si Jesús nació de María ¿cómo puede ser Hijo de Dios? ¿Cómo pueden estar unidos en Jesús su ser divino y su ser

Durante la persecución diocesana, el cristiano Táraco hubo de comparecer ante el tribunal del gobernador Máximo, en Tarso. Táraco no quiso sacrificar a los falsos dioses, y confesó con valor al Dios verdadero y a su hijo Jesucristo. Máximo le dijo: — Déjate de toda esa charlatanería y acércate a sacrificar a los dioses. Mas Táraco repuso: — Yo no

Agustín Wang, un muchachito de doce años, se cayó desde lo alto de una torre, y desde entonces no hacía más que sufrir. Enfermo como estaba, se le vio una noche correr hacia la misión para rogar al padre que fuera a asistir a un moribundo de su misma sala en el hospital. Solía repetir: — Yo ofrezco

Unos días antes de la primera guerra europea, en la Universidad de Turín, un profesor ateo empezó su explicación así: —Voy a demostrar que no existe Dios. Expondré pruebas tan aplastantes, que si alguno, al finalizar el curso, sigue creyendo en Dios, es que es un cretino. Se hizo un silencio angustioso mientras se levantaba la mano de

Sundaram, un joven estudiante indio, pensaba abrazar el catolicismo, cuya verdad veía con creciente claridad. A los 11 años leyó en un abecedario estas palabras: «Dios mío, haz que yo conozca tu voluntad y la abrace y cumpla con amor.» Por fin acudió a un misionero buscando luz en sus dudas y conocer la verdad. El padre

Dos ciegos, sentados a la orilla del camino en las afueras de Jericó, al oír que pasaba Jesús, levantaron la voz: — Señor, hijo de David, ten compasión de nosotros. —Y Jesús, parándose, les dijo: — ¿Qué queréis que os haga? Dijeron ellos: — Señor, que se abran nuestros ojos. Y Jesús, movido a compasión, tocó sus ojos, y los ciegos