
CUANDO LA ESPERA PACIENTE NOS TRAE UN BIEN
Todos pasamos por altas y bajas, tenemos momentos buenos y momentos malos. Todos en la vida hemos alcanzado triunfos y hemos sufrido los fracasos. Por eso tenemos claro que la vida no es estática, no es una línea continua, sin curvas, sin subidas o bajadas. La vida no es una línea recta. Razón por la que debemos saber enfrentar las diversas circunstancias, con paciencia, calma, alegría. Cuando el triunfo toca a nuestra puerta y, por qué no también con serenidad, cuando los reveces se comienzan a hacer presentes en nuestro caminar, me viene a la mente esa sentencia tan sabia, que dice: “dale tiempo al tiempo, ya pasará”. No nos debemos anclar en los momentos malos, tal vez ellos sean la plataforma para algo mejor. Sucede que el panorama suele verse más negro poco antes de ocurrir un viraje positivo.
“El hombre de negocios afirma que justo antes de hacer su fortuna, estaba a punto de claudicar. Le llegaba el agua al cuello cuando, de repente, todo empezó a cambiar.
A punto de renunciar, se mantuvo firme justo lo necesario para dar a su trayectoria un giro de ciento ochenta grados y cosechar los frutos.
Quizás te haya ocurrido que cuando sientes que no vale la pena seguir adelante en un proyecto, aparece una persona en tu vida que eleva tu ánimo y que con una palmadita en los hombros te invita a no claudicar.
La vida es así, porque existe el principio del “cuarto para las doce”.
Siempre hace más frío y está más oscuro antes del amanecer. Si resistimos lo suficiente, recibiremos nuestra recompensa.
En el acto de dar a luz, este principio entra en acción. Justo antes del gran milagro de la vida, la resistencia de la futura madre es sometida a una prueba de fuego, por medio de intensos dolores y gran angustia. (¡Dice mi mamá que valió la pena!). En cuanto reconocemos la existencia del “cuarto para las doce”, la vida pierde mucho de su carácter traumático. En efecto, la creación parece someternos a prueba todo el tiempo, para ver si en verdad tomamos en serio nuestras metas. Si resistimos ese poquito más… ¡oh alegría!, ¡qué satisfacción!
En la vida espiritual, hay un principio, que dice, que en medio de la desolación, no cambies tus propósitos iniciales, debes seguir, debes mantener aquello que te prometiste realizar. Conocer este principio es tener una buena ventaja, cuando todo es un caos, podemos decirnos: “¿de modo que todo marcha mal? Eso quiere decir que aquello por lo que tanto he luchado puede estar a la vuelta de la esquina”. No me puedo desanimar. Debo de seguir adelante. Por lo tanto, deberíamos sentirnos mejor.
Generalmente estaremos a prueba, en alguna forma, antes de recibir algo valioso. Si estamos conscientes del principio del “cuarto para las doce” y enfrentamos las dificultades conscientes de que son parte del proceso para lograr el éxito, en primer lugar no fracasaremos y en segundo, obtendremos lo que queremos en la vida.
Cuando todo se ve “color de hormiga” puede ser el momento de celebrar. Quizás ya estés cerca de la meta. No dejes de tener esperanza, no dejes de confiar tu vida a Dios, no dejes que la dificultad, te tape los ojos, Dios estará siempre junto a nosotros caminando y animándonos, Él es la mano Amiga que siempre necesitaré, para impulsarme y guiarme, por el camino del triunfo, esto forma parte del Hombre Nuevo que Cristo ha traído consigo con su resurrección.
Deja que esta semana sea del “cuarto para las doce” y no pierdas nunca la fuerza de tu crecimiento y superación, Dios sacará siempre de tu vida un bien, eso no lo dudes.
Recuerda lo que nos enseña, la carta a los Romanos: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien”
(Romanos 8, 28).” (Autor desconocido)