PECADO / OCASION DE…
Un tal Troquilo, discípulo del filósofo griego Platón (347 a.C.), habiendo visto un día el mar en calma, exclamó: «Voy a dar un hermoso paseo por mar». Subióse a una pequeña embarcación que corría que era una delicia. Pero, de pronto, levantóse una furiosa tempestad que sacudió la nave por todas partes, y poco faltó para que el pobre filósofo no se ahogara. Por un milagro logró salir a salvo.
Llegado a casa con el consiguiente espanto a cuestas, lo primero que hizo, ¿sabéis qué fue?, pues mandó tapiar en seguida las ventanas de su palacio que daban al mar. ¿Por qué? Sabía muy bien por qué: así no miraría más por aquellas ventanas, y de esta manera no le vendría la tentación de meterse en el mar, con el riesgo de dejar en él el pellejo.
Lo que Troquilo hizo debéis hacer vosotros una vez hayáis escapado del naufragio del pecado con la confesión es decir, huir de las ocasiones peligrosas. Troquilo dijo: «Se acabó el mar, porque corro peligro de perder la vida en él». Cuando recéis el acto de contrición, terminadlo así: «Propongo firmemente nunca más pecar y huir de las ocasiones».