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Historias y anécdotas

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Estábamos reposando al pie del monte cuando Jesús me preguntó que cosa se decía de Él. Mis amigos estaban confundi­dos, yo no, así que casi grité aquello que sentía dentro: "Tú eres El Cristo, el Hijo de Dios Vivo". Fue entonces que Jesús me dijo que desde aquél momento sería como una roca sobre la cual

Mi vida ha conocido episodios oscuros. He traicionado tres veces a Jesús y luego le abandoné en el momento de La Cruz. Puedo decir que me he rescatado. Ya cuando era viejo me encontraba en Roma con los Cristianos cuando tuve que huir para no ser capturado por Nerón. Precisamente escapaba por la Vía Appia cuando

Soy un pescador de lago, conozco bien mi oficio. Nací en Betsaida pero vivo en Cafarnaúm con mi familia. Tengo un hermano más joven que se llama Andrés. Un día vino y me dijo "¡Simón, Simón, hemos encontrado al Mesías, ven que te llevo con Él!". Lo seguí no muy convencido a ver por primera vez

  Los judíos sorprendieron a una mujer pecando y la lleva­ron al Señor, diciendo: - Maestro, esta mujer ha sido cogida en adulterio. Aho­ra bien: según la ley de Moisés, debe ser apedreada. Y Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en la tierra. Y como los judíos insistieran en preguntarle, les dijo Jesús: - El que de vosotros esté sin

En Viena, cuando iban a colocar el cadáver de un empera­dor en la cripta de los capuchinos, el maestro de ceremonias solía tocar con una vara en la puerta de hierro. De pronto se oía una voz que preguntaba: "¿Quién es?" La respuesta era: "Su majestad apostólica el empe­rador". "No le conozco", se replicaba. Nuevamente un to­que

Hay un cuadra que subyuga en la historia de la civilización: Colón en pie en las costas españolas, en las orillas de los mares del mundo. Las corrientes de las aguas le traen plantas y algas desconocidas; y su ojo agudo se posa en la lejanía de donde aquéllas debían llegar. Con sus ojos corporales, no ve

Disputaban dos amigas sobre la existencia del alma. Tras larga y ,enconada discusión dijo uno al otro: — Definitivamente, tú no tienes alma. — ¿Se puede saber par qué? —preguntó el otro. — Sencillamente, porque no la veo. — Entonces tú no tienes entendimiento, pues no se te ve por ningún lado.    

San Pedro: En la Via Appia hay una capilla que recuerda el encuentro de Pedro con Cristo a las puertas de la ciudad y que le pregunta a dónde va. Pedro estaba huyendo de la perse­cución de Nerón. "A Roma", respondió Cristo, "para ser de nuevo crucificado". Y Pedro entendió que lo que se esperaba de