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Sembrando Esperanza

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CUANDO DIOS MANDA ANGELES CON ROPAJE HUMANO 1° Y 2° PARTE

 

La vida tiene sus momentos difíciles e inexplicables: accidentes, muertes de seres cercanos y queridos, enfermedades, la partida hacia tierras lejanas de parientes y amigos, etc. Ante estos acontecimientos, unos reaccionan positivamente y otros, al contrario, se encierran, se frustran; parece que el mundo se les ha venido encima. Se revelan contra Dios y la sociedad.

En medio de todo, siempre aparecen ángeles con ropaje humano, que salen a nuestro encuentro para estimularnos, animarnos, lanzarnos y, con gestos y palabras, nos van diciendo que sí podemos, que debemos levantarnos, que debemos salir adelante a pesar de los pesares.  ¿Cuántos ángeles han salido a nuestro encuentro en esta vida?, ¿cuántos de ellos han marcado una diferencia en nuestro pensar, actuar y decidir?, ¿a cuántos les hemos hecho caso?, ¿han sido todos positivos?  Aprendamos la lección que hoy nos quiere ofrecer la siguiente historia.

“El primer día de clases que Doña Tomasa se enfrentaba a sus alumnos de quinto grado- Les dijo que ella trataba a todos los alumnos por igual y que ninguno era su favorito.  En la primera fila estaba sentado Pedrito, un niño antisocial, con una actitud intolerable, el cual siempre andaba sucio y despeinado.  El año anterior, Doña Tomasa había sido maestra de Pedrito en una de sus clases. Doña Tomasa veía a Pedrito como un niño muy antipático, indiferente y poco aplicado en los estudios. A ella le daba mucho gusto poder marcar con lápiz rojo todos los trabajos que Pedrito entregaba.

En la escuela donde Doña Tomasa enseñaba, se le requería revisar el archivo de historia de cada alumno y el de Pedrito fue el último que ella revisó.

Cuando empezó a leer el archivo de Pedrito, se encontró con varias sorpresas. La maestra de Pedrito de primer grado había escrito: “Pedrito es un niño muy brillante y muy amigable, siempre tiene una sonrisa en sus labios.  Él hace su trabajo a tiempo y tiene muy buenos modales.  Es un placer tenerlo en mi clase”.

La maestra de segundo grado mencionó: “Pedrito es un alumno ejemplar, muy popular con sus compañeros, pero últimamente muestra tristeza porque su mamá padece de una enfermedad incurable”.

La maestra de tercer grado redactó: “La muerte de su mamá ha sido muy difícil para él.  Él trata de hacer lo mejor que puede, pero sin interés.  El papá no demuestra ningún interés en la educación de Pedrito.  Si no se toman acciones serias, esto va afectar la vida de Pedrito”.

La maestra de cuarto grado expresó: “Pedrito no demuestra interés en la clase.  Cada día se cohíbe más.  Casi no tiene amistades y muchas veces duerme en clase”.

Después de leer todo esto, Doña Tomasa sintió vergüenza por haber juzgado tan duramente a Pedrito durante todo este tiempo, sin indagar las razones de su actitud.  Se sintió peor cuando todos sus alumnos le entregaron regalos de Navidad envueltos en fino papel, con excepción del regalo de Pedrito que estaba envuelto en un cartucho de la tienda.

Doña Tomasa abrió todos los regalos, y cuando abrió el de Pedrito, todos los alumnos se reían al ver lo que se encontraba dentro.  En el cartucho había una botella con un cuarto de perfume y un brazalete al cual le faltaban algunas de las piedras preciosas.  Para suprimir las risas de sus alumnos, se puso inmediatamente aquel brazalete y se echó un poco del perfume en cada muñeca.  Ese día Pedrito se quedó después de la clase y con una mirada llena de ternura le dijo a la maestra: “Doña Tomasa, hoy usted huele como mi mamá”.

 

“Después de haberse ido todos, Doña Tomasa se quedó profundamente golpeada por las palabras de Pedrito. Desde aquel momento ella comenzó a ponerle más atención su alumno. Ella notaba que mientras más ánimos le daba, más entusiasmado reaccionaba él.  Al final del año, se convirtió en el alumno más destacado de su clase, y a pesar de que la maestra había dicho el primer día de clase que todos los alumnos iban a ser tratados por igual, Pedrito se convirtió en su alumno preferido.

Pasaron cuatro años y Doña Tomasa recibió una nota de Pedrito, la cual decía que se había graduado de la secundaria y que había terminado en tercer lugar.  También le decía que ella era la mejor maestra que él había tenido.

Después de seis años Doña Tomasa volvió a recibir noticias de Pedrito. Esta vez le escribía que se le había hecho muy difícil, pero que muy pronto se graduaría de la universidad con honores, y le aseguró a Doña Tomasa que todavía ella seguía siendo la mejor maestra que había tenido en su vida.

Cuatro años después, ella vuelve a saber de Pedrito. En esta carta él le explicaba que había adquirido su postgrado y que había decidido seguir su educación. En esta correspondencia, también le recordaba que ella era la mejor maestra que había tenido en su vida.  Esta vez el mensaje estaba firmada por “Dr. Pedro Altamira”.

Bueno, el cuento no termina en eso.  En la primavera, Doña Tomasa volvió a recibir una carta del Dr. Pedro donde le explicaba que había conocido a una muchacha con la cual se iba a casar y quería saber si ella podía asistir a la boda y tomar el lugar reservado usualmente para los padres del novio. También le explicaba que su papá había fallecido varios años atrás.

Claro que Doña Tomasa aceptó con mucha alegría y el día de la boda se puso aquel brazalete sin brillantes que le había regalado y también el perfume que la mamá de Pedrito usaba.  Cuando se encontraron, se abrazaron muy fuerte y el Dr. Altamira le dijo en el oído muy bajito: “Doña Tomasa, gracias por haber creído en mí.  Gracias por haberme hecho sentir que era importante y que yo podía hacer la diferencia”. Doña Tomasa, con lágrimas en los ojos, le respondió: “Pedro, estás equivocado.  Tú fuiste el que me enseñó que yo podía hacer la diferencia.  ¡Yo no sabía enseñar hasta que te conocí a ti!.” (Autor anónimo)

Tal vez hoy sea el día para reconocer y agradecer a todas las maestras y maestros “Tomasa o Tomás”, que nos han acompañado en nuestra vida. A quienes con paciencia y esperanza, sí han creído en nosotros, y como buenos artesanos, nos han ido modelando, formando y, con ilusión, han ido infundiendo en nuestros corazones valores, virtudes y sobre todo, nos han proyectado para un futuro de superación y de éxito.  GRACIAS MAESTRA TOMASA Y A TODOS LOS QUE FORMARON Y FORMAN PARTE DE LO QUE HOY SOMOS.

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