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Sembrando Esperanza

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EPITAFIO: ACUMULÓ MUCHOS AÑOS DE FELICIDAD

La felicidad es como una ráfaga de viento frío en medio de un ardiente calor, que pasa por tu rostro y te lo refresca.  ¿Cuántos momentos verdaderamente felices hemos tenido a lo largo de nuestra vida? Si sumásemos cada instante feliz y su duración, ¿cuánto daría?, ¿una, dos, cinco, veinte, cincuenta horas?

Aprendamos a sacarle el jugo a la vida. Ella se vive una sola vez y podremos tener muchas horas de felicidad; incluso aprendamos a sacar de los inconvenientes, momentos de felicidad, así podremos decir que vivimos muchos años intensamente.

“Un día un hombre llegó a una colina bella y misteriosa que le llamó mucho la atención.  El hombre entró y caminó lentamente entre los árboles y unas piedras blancas. Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de este paraíso multicolor.

Sobre una de las piedras descubrió una inscripción: “Aquí yace Juan Pablo el emprendedor, vivió seis años, seis meses, dos semanas y tres días”.

Se sobrecogió un poco al darse cuenta que esta piedra no era simplemente una roca, era una lápida.  Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estuviera enterrado en ese lugar. Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta que la piedra de al lado tenía también una descripción.  Se acercó a leerla, decía: “Aquí yace Teresa Martínez, vivió ocho años, ocho meses y tres semanas”.

El hombre se sintió terriblemente abatido.  Ese hermoso lugar era un cementerio, y cada piedra, una tumba. Una por una leyó las lápidas. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto.  Pero lo que más le impactó fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los ocho años.

Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar. El viejo cuidador del cementerio, pasaba por ahí, se acercó y el individuo le preguntó “¿Qué pasa con este pueblo?, ¿por qué tantos niños muertos enterrados en ese lugar?

El anciano respondió: “Puede usted serenarse.  Lo que sucede es que aquí tenemos una costumbre antigua. Le contaré: cuando un joven cumple quince años, sus padres le regalan una libreta. Es tradición entre nosotros que a partir de ese momento, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abra la libreta y comience a anotar en ella: a la izquierda, qué fue lo disfrutado en los pequeños y grandes detalles y a la derecha, cuánto tiempo duró el gozo interior y la felicidad, a pesar de las adversidades”.

 “Las tumbas que usted ve aquí, no son de niños, sino de adultos y, el tiempo de vida que dice la inscripción de la lápida, se refiere a la suma de los momentos que duró la verdadera felicidad de cada una de las personas que descansan en este lugar”.

 Así pues -prosiguió el anciano dando una palmada en la espalda de su interlocutor-, cuando alguien muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado para escribirlo sobre su tumba. Este período es, amigo caminante, el único y verdadero tiempo vivido.” (Autor desconocido)

Qué importante es saber vivir, darle sentido a cada uno de nuestros minutos y, sacar al final del camino, el mayor número de horas vividas en plenitud, llenas de felicidad.  Es tan fácil ser feliz, podemos acumular miles de horas, si lo queremos. Aprendamos a vivir amando, llevando alegría, dando buenos consejos, sirviendo con generosidad, trasmitiendo palabras de aliento y consuelo, dando esperanza a manos llenas a todos, diciendo siempre la verdad, buscando en todo momento el bien de los demás.  ¿Imaginamos la cantidad de horas? no perdamos la oportunidad. Comencemos desde este instante a vivir la vida de felicidad.

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