GOTAS DE ESPERANZA
Dos jóvenes pintores alemanes se dirigieron hacia Roma en el año 1811, pasando por el Tirol. Uno de ellos era Peter Contumelias. Hubieron de pernoctar en casa de un campesino tirolés y presenciaron la solemne escena de la oración vespertina de la familia. Todos los de la casa se reunieron.
Los dos huéspedes, durante el rezo, hicieron como quien no oye. Al terminar la oración acostumbrada, el padre de familia rezó un padrenuestro de más «para que Dios se apiade del alma de los dos señoritos y se digne convertidos». Cornelius se sintió profundamente conmovido. Nunca había vivido y comprendido tan profundamente como en aquellos momentos la doctrina católica de la comunión de los santos.
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