GOTAS DE ESPERANZA
Hubo en Valencia un sacerdote llamado mosén Simón cuya fama de santidad y de caridad con los pobres ha llegado hasta nuestros días. En cierta ocasión una pobre viuda, anegada en lágrimas, le pidió cien escudos para poder casar a una hija cuya honestidad peligraba, y que sin esa cantidad no podría casarse.
Se afligió el santo sacerdote porque no los tenía, mas, cortando un trozo de papel, escribió en él a un amigo, rico comerciante, estas palabras: «Mi señor, por las entrañas de la misericordia de Dios, ruego a usted que le dé a esa pobre, para una grave necesidad que padece, tantas monedas como pese este papel.» Leyó la carta el rico, y pensó que, si no había de dar más monedas que las que aquel papel pesara, pocas necesitaría para socorrer la necesidad. Pero, conociendo la santidad de su amigo, puso en un platillo el papel, y el platillo se fue al fondo. Empezó a echar monedas en el otro, mas el papel no subía; fue añadiendo, y cuando hubo echado los cien escudos subió el otro platillo y la balanza quedó en el fiel. Socorrió la necesidad y cundió por todas partes la fama del prodigio.
