
GOTAS DE ESPERANZA
En Inglaterra se acogió con gran caridad al pueblo francés desterrado por la revolución.
Un lord inglés encontró a un sacerdote cuyo porte anunciaba una honrosa pobreza. Uno y otro subían la escalera de un observatorio. El inglés, de propósito, tomó la delantera y, con disimulo, dejó caer de su bolsillo cien guineas. El eclesiástico las recogió y se apresuró a devolvérselas.
— No, monseñor —dijo el lord—; quedaos con ellas; no han caído de mi bolsillo, ¡han caído de más alto!
Haced así la caridad, con esta delicadeza, sin la cual no se concibe el amor.
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