Image Alt

Sembrando Esperanza

  /  Historias y anécdotas   /  GOTAS DE ESPERANZA

GOTAS DE ESPERANZA

Pasa un viajero, un extranjero fastuoso —sin duda un cochero enriquecido—, y una de las hermanitas se adelanta a él y le pide dulcemente:

¡Para nuestros ancianitos, si lo tiene a bien, señor! El extranjero la miró de arriba abajo con desprecio, pronunció una palabra innoble y, volviéndose, la escupió en el rostro.

Ella no se descompuso. No se movió una fibra de su bello rostro, se acordó de los salivazos a Cristo y, extendiendo otra vez la mano al miserable, le dijo mansamente:

Esto es para mí, señor; ¡ahora déme algo para mis ancianitos!

Quedaba un resto de corazón en aquel hombre; puso en aquella mano una limosna, le pidió perdón y, con la cabeza baja, se alejó.

 

Leave a comment