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Sembrando Esperanza

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GOTAS PARA UN BUEN VIVIR

Actualmente nos asombramos y quedamos perplejos ante las decisiones y acciones de muchas personas. Notamos que cada día el hombre, a pesar de tanta tecnología y avances, tiene menos discernimiento para hacer las cosas correctamente y dirigirse hacia los verdaderos principios del bien. Hasta parece que el sentido común hoy en día es el menos común de los sentidos.  Vemos con espanto y dolor la muerte de tantas personas inocentes en guerras, accidentes, producto de grupos que traen el terror y la desgracia. Igualmente observamos a familias destruidas, jóvenes que no entienden el destino de su vida y caminan vagando por un mundo incierto y triste. Miles de personas angustiadas, golpeadas por las enfermedades del siglo XXI: la depresión, el SIDA, el estrés que va llevando nuestra vida por un sendero lleno de insatisfacciones.   Sí, nuestra misma naturaleza lo exige. Queremos, pedimos, necesitamos en nuestros corazones momentos de paz y alegría.  Por estas razones les propongo que seamos una generación que lleve en sus ideales gotas para un buen ser y existir. Que gota a gota, llenemos el mar de la existencia con un por qué y para qué vivir.

 Les dejo estas gotas para comenzar hoy mismo a marcar la diferencia:

Sonríe, muestra aquello que eres, sin miedo. Existen personas que sueñan con tu sonrisa, no dejes de trasmitir la alegría de Dios que hay en ti.

Confía en que “la muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente.”(François Mauriac), así que un día estaremos todos juntos en el Cielo.

Prende a tu alma con ganchos de acero a los amigos que tienes y cuya amistad ya has puesto a prueba.

Fíate de que si sientes que todo perdió su sentido, siempre habrá un ¨sigue adelante, tú puedes”, un “confía en Dios”; siempre habrá un amigo, esa persona con la que se puede pensar en voz alta.

Admira cada día. Cuando todos los días resultan iguales es una señal de que el hombre ha dejado de contemplar, de percibir las cosas buenas, las maravillas que surgen en su vida cada vez que el sol cruza el cielo.

Recuerda que la felicidad es interior, no exterior. Por lo tanto, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos, de lo que amamos y cómo amamos.

Cuida y protege tu alma la cual es eterna y le pertenece a Dios. Es tu verdadera esencia. Eres algo más que tu cerebro o tu cuerpo.

Ten la certeza que cuando tu voz calle con la muerte, el Espíritu de Dios te seguirá hablando.

Restaura el daño. El sabio no se sienta para lamentarse, sino que inmediatamente se dispone, con alegría, a realizar su tarea de reparar el mal hecho.

Admite que el único signo de superioridad que hay es la bondad.

No pidas a Dios una carga ligera para tus hombros, pídele unos hombros fuertes para soportar la carga.

Vive tu vida fructíferamente. Si ayudas a una sola persona a tener esperanza, no habrás vivido en vano.

Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes.

Cuando la muerte se precipita sobre el hombre, la parte mortal se extingue, pero el alma inmortal regresa sana y salva al hogar celestial.

Solo cerrando las puertas detrás de uno, se abren ventanas hacia el porvenir.

Compañero: el Dios en quien yo creo, no nos manda el problema, sino la fuerza para sobrellevarlo.

Mi querido amigo: que ante la adversidad exista siempre una luz que ilumine tu camino y el de todas  las personas que te rodean. Que puedas siempre esparcir e irradiar esa fuerza, optimismo y alegría que solo tú logras transmitir a los demás… Para que nunca pierdas esas virtudes que tienes y con las cuales se ha ennoblecido la vida del que te ha conocido. Dale valor y sentido a tu vida, llénala de estas gotas que te harán ser mejor persona y así podrás trasformar a nuestra sociedad.

Si cada uno, cada día, realizamos buenas acciones, las iremos esparciendo a lo largo de nuestro camino y, el día de mañana, veremos un sol radiante bañando el mar de la existencia. Es más, no solo de nuestra existencia, sino la de muchos, y esperamos que algún día, la de todos.

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