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GOTAS DE ESPERANZA
Santa Catalina de Génova preguntó una vez a su director espiritual en qué debía reparar más cuando oraba o leía. El sacerdote le respondió: «Hija mía, en tus oraciones medita siempre las palabras: "Hágase tu voluntad." Y al leer la sagrada
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GOTAS DE ESPERANZA
Estaba visitando el Secours Catholique de Lourrdes. En la sala de lectura, magnífica, me di cuenta de que la presidía uno de esos relojes viejos y grandes de pared. El reloj no tenía péndulo, ni horas, ni estrellas; sólo la
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GOTAS DE ESPERANZA
Alejandro y Cayo, distinguidos cristianos de Apamea (Frigia), acérrimos enemigos de los herejes montanistas, fueron condenados a muerte durante el reinado de Marco Aurelio (h. 172). Al ser conducidos al suplicio junto con algunos montanistas, pidieron a sus verdugos, como
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GOTAS DE ESPERANZA
Santa Isabel de Hungría, duquesa de Turingia, fue célebre en toda Alemania por su amor a los pobres. Derramaba con profusión sus limosnas entre todos los necesitados que se hallaban en los contornos de su castillo de Warburg. Le gustaba
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GOTAS DE ESPERANZA
Pío IX, al pasar un día por las salas del Vaticano, se encontró con un joven que, como embelesado, contemplaba un cuadro de Rafael. Cuando el jov1n vio al papa, hizo una profunda inclinación. El papa le preguntó quién era.
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GOTAS DE ESPERANZA
Es conmovedora aquella escena de Fabiola. Ésta, doctora en filosofía y literatura, oye a una esclava hablar de los misterios del cristianismo. Su orgullo patricio se subleva y se admira de haber encontrado un corazón tan grande en una griega.
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GOTAS DE ESPERANZA
¿Creéis que es caridad tropezar con un pobre que os importuna, meter con indiferencia la mano en el bolsillo y darle, para que os deje en paz, una moneda? ¿Creéis que el pobre no tiene corazón como vosotros? Una sonrisa,
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GOTAS DE ESPERANZA
Francisca de Chantal no sabía rechazar a ningún pobre. Algunos pordioseros se aprovechaban de ello iban a pedir y después, dando la vuelta al castillo, se presentaban de nuevo. Se llamó la atención de la castellana sobre esta treta, mas ella
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GOTAS DE ESPERANZA
Luis XIV, el rey Sol, había salido muy de mañana con sus monteras a una de sus fastuosas cacerías. Su caballo galopaba por los senderos de los bosques saltando obstáculos, y el rey perseguía la pieza mientras atronaban el aire
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CONCUPISCENCIA
DE ELLA NOS HABLA SAN PABLO Romanos 7,7 ¿Qué decir, entonces? ¿Que la ley es pecado? ¡De ningún modo! Sin embargo, yo no conocí el pecado si no por la ley. De suerte que yo hubiera ignorado la concupiscencia si la