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Sembrando Esperanza

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¿ POR QUE GRITA LA GENTE ?

Nuestro corazón es muy sensible y frágil, los diversos momentos en nuestra vida, las circunstancias, los fracasos y las dificultades; pero especialmente nuestro egoísmo, nos van haciendo perder lo más hermoso y grande que hay en el hombre: la capacidad de comunicarse, de expresarse, de escuchar y de ser escuchado, y esto mismo nos pasa con Dios y nuestra relación con Él. Es así como se van dañando las relaciones entre nosotros, y de nosotros con Dios. El cariño, la atención, la empatía, la servicialidad, ¡qué importante es cultivar todas estas virtudes y actitudes tan nuestras, tan cristianas, que en el fondo nos muestran el amor que hay en nuestro corazón! Para quien ama no necesita de gritos para comunicarse, sólo un susurro y todo se entiende, incluso más, sólo basta una mirada.

Un día un monje muy sabio preguntó a sus discípulos lo siguiente:

¿Por qué las personas se gritan cuando están enojadas?

Los hombres pensaron unos momentos:

Porque perdemos la calma, dijo uno, por eso gritamos.

Pero, ¿por qué gritar cuando la otra persona está a tu lado?, preguntó el sabio monje. ¿No es posible hablarle en voz baja? ¿Por qué gritas a una persona cuando estás enojado?

Los hombres dieron algunas otras respuestas, pero ninguna de ellas satisfizo al sabio monje. Finalmente, él explicó:

Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho. Para cubrir esa distancia, deben gritar para poder escucharse. Mientras más enojados estén, más fuerte tendrán que gritar para escucharse uno a otro a través de esa gran distancia.

Luego el Santo preguntó:

¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran? Ellos no se gritan sino que se hablan suavemente… ¿Por qué?

Porque sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellos es muy pequeña. El monje continuó: Cuando se enamoran aún más, ¿qué sucede? No hablan, solo susurran y se acercan más en su amor. Finalmente, no necesitan siquiera susurrar. Sólo se miran y eso es todo.

Así es, ¡cuán cerca están dos personas cuando se aman!

Luego el monje dijo:

Cuando discutan no dejen que sus corazones se alejen. No digan palabras que los distancíen más. Llegará un día en que la distancia sea tanta, que no encontrarán más el camino de regreso.

No dejemos de amar, no permitamos que nuestros corazones se alejen de las personas que en algún momento de nuestra vida amamos o fueron nuestros amigos,  que la generosidad y el perdón sean siempre los caminos que me hagan cultivar una relación cercana, permanente y enriquecedora. Tal vez una llamada telefónica o una visita con una voz suave y reconciliadora sea suficiente… por eso, ¡vuelve a amar!

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