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Sembrando Esperanza

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SUPERACION / AUTOFORMACION

Hace unos 200 años llegó a Washington un joven de provincia. Tenía una ambición desmedida y soñaba con llegar a ser un sabio insigne y un gran político. Se llamaba Benjamín Franklin. Se lanzó de un salto en el torbellino de la vida. Abría las puertas de los círculos distinguidos.

Pero pronto notó que las costumbres provincianas comprometían su porvenir: defectos de pronunciación, falta de elegancia en los gestos, mal gusto en la manera de vestir, vanidad y petulancia. El ambicioso joven comprendió que debía cambiar para triunfar. Hizo un catálogo de los defectos que debía corregir en sí mismo y de los hábitos que había de adquirir. Ideó un sistema de inspección, de ejercicios y castigos y se transformó tanto, que llegó a ser sabio y polí­tico insigne.

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