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agosto 2025

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Santa Isabel de Hungría, duquesa de Turingia, fue célebre en toda Alemania por su amor a los pobres. Derramaba con profusión sus limosnas entre todos los necesitados que se hallaban en los contornos de su castillo de Warburg. Le gustaba nevar persónru1m1ente y en secreto sus auxilios, no sólo en dinero, sino también en víveres y

Pío IX, al pasar un día por las salas del Vaticano, se encontró con un joven que, como embelesado, contemplaba un cuadro de Rafael. Cuando el jov1n vio al papa, hizo una profunda inclinación. El papa le preguntó quién era. El joven le dijo que era pintor y que por falta de recursos no podía ingresar

Es conmovedora aquella escena de Fabiola. Ésta, doctora en filosofía y literatura, oye a una esclava hablar de los misterios del cristianismo. Su orgullo patricio se subleva y se admira de haber encontrado un corazón tan grande en una griega. Sira le dice que ella también tiene su alma, y ante tamaña blasfemia en una esclava,

¿Creéis que es caridad tropezar con un pobre que os importuna, meter con indiferencia la mano en el bolsillo y darle, para que os deje en paz, una moneda? ¿Creéis que el pobre no tiene corazón como vosotros? Una sonrisa, un apretón de manos, una palabra cariñosa: eso vale a veces más que todas las monedas

Francisca de Chantal no sabía rechazar a ningún pobre. Algunos pordioseros se aprovechaban de ello iban a pedir y después, dando la vuelta al castillo, se presentaban de nuevo. Se llamó la atención de la castellana sobre esta treta, mas ella contestó: «También yo estoy pordioseando continuamente ante el trono del Señor, y no me gustaría que

Luis XIV, el rey Sol, había salido muy de mañana con sus monteras a una de sus fastuosas cacerías. Su caballo galopaba por los senderos de los bosques saltando obstáculos, y el rey perseguía la pieza mientras atronaban el aire las trompas y ladraba furiosa la jauría. De pronto, en un camino solitario, tropieza con un cortejo

DE ELLA NOS HABLA SAN PABLO Romanos 7,7 ¿Qué decir, entonces? ¿Que la ley  es  pecado?  ¡De  ningún  modo!  Sin embargo, yo no conocí el pecado si no por la ley. De suerte que yo hubiera ignorado la concupiscencia si la ley no dijera: ¡No te des a la concupiscencia! 8 Mas el peca- do, tomando ocasión

HABLA LA BIBLIA DE LA DUREZA DE SUS PERVERSOS CORAZONES Jeremías  3, 17  En  aquel  tiempo  llamarán  a Jerusalén "Trono de Yahvé" y se incorporarán a ella todas las naciones, sin seguir más la dureza de sus perversos corazones. Jeremías 7 ,23 Lo que les mandé fue esto otro: "Escuchen mi voz y yo seré su Dios