GOTAS DE ESPERANZA
He aquí un hecho histórico de aquel dominico ilustre que se llamó el beato Jordán de Sajonia.
Era joven, lleno de ilusiones y de vida. Virtuoso y, sobre todo, caritativo.
Una noche se dirigía a la iglesia. Estaba luchando con la idea de su vocación religiosa, que le impedía a dejar todas sus riquezas y los goces del mundo. No se sentía con fuerzas para ello. Se le acercó un pobre y le pidió una limosna en nombre de Jesucristo. Metió él instintivamente su mano en el bolsillo y lo encontró vacío. Había salido de su casa sin nada y nada encontraba. Mas no titubeó. Sin perder tiempo, se desató su cinturón de seda lleno de filigranas de plata, y se lo dio al pobre.
El pobre se lo agradece y se va. Él llega a la iglesia de Nuestra Señora y va a rezar como siempre al Cristo de la capilla de los muertos. No sale de su asombro. El Cristo tiene puesto su cinturón y desde la cruz le mira sonriente. Entonces ya no duda. Sale del templo y va a llamar con mano segura al convento de los dominicos.
Todo lo que dais al pobre lo recibe Él. Su corazón es la hucha de vuestras monedas. Al echadas en la mano del pobre, las echáis en la herida de su costado. Ellas serán el precio con que un día podréis comprar la gloria.
