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Sembrando Esperanza

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NO DEJES DE AFILAR TU HACHA

Vivimos en un mundo de exigencias y de una feroz competencia. Las empresas nos llenan de cursos de capacitación, apuestan para que seamos funcionarios de excelencia, competitivos, con óptimos resultados. Así es, queremos resultados, queremos muchos resultados; toda nuestra vida la basamos en resultados. Gastamos tiempo, energía y nos empeñamos de la mejor manera posible. ¿Qué nos faltará para ser más eficientes? Tal vez vivimos alocados haciendo y deshaciendo en un frenesí de actividades y, probablemente, las prisas y el afán de hacer mucho, nos quitan la efectividad. Por eso tenemos que detenernos, pensar si estamos utilizando adecuadamente los medios a nuestro alcance y, sobre todo, si estamos orando y poniendo a Dios en el primer lugar de nuestro anhelo.  “Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles” (Sal 126,1)

“Uno de los deportes tradicionales de Alaska es la tala de árboles. Hay leñadores famosos con un gran dominio, habilidad y energía en el uso del hacha. Un joven que quería convertirse en un gran leñador, oyó hablar del mejor de los leñadores del país y decidió ir a su encuentro.

  • Quiero ser su discípulo. Quiero aprender a cortar árboles como usted.

Él se aplicó en aprender las lecciones del maestro y, después de algún tiempo, creyó haberlo superado.  Se sentía más fuerte, más ágil, más joven. Estaba seguro de vencer fácilmente al viejo leñador.  Así desafió a su maestro en una competencia de ocho horas, para demostrar cuál de los dos podía cortar más árboles.

El maestro aceptó el desafío y el joven leñador comenzó a cortar árboles con entusiasmo y vigor. Entre árbol y árbol, miraba a su maestro, pero la mayor parte de las veces se fijó que estaba sentado.  El joven volvía a continuar su trabajo, seguro de vencer y sintiendo pena por su viejo maestro.

Al caer el día, para gran sorpresa del joven, el viejo maestro había cortado muchos más árboles que él.

  • ¿Cómo puede ser? – se sorprendió -. ¡Casi todas las veces que lo miré, usted estaba descansando!-
  • No, hijo mío, yo no descansaba. Estaba afilando mi hacha.  Esa es la razón por la que has perdido.” (Autor desconocido)

Detengámonos por un momento y reflexionemos ¿Será que estamos gastando innecesariamente nuestras energías? ¡Tan alocadamente nos hemos puesto a cortar los árboles en la vida que no nos hemos fijado que nuestra hacha ya no tiene filo! Y por eso los resultados son tan pobres y hacen que tengamos ese sentimiento de frustración, cansancio y desánimo.  Todo en la vida se gasta: las fuerzas, el entusiasmo, la buena relación con una persona… Es importante que hoy tomemos nuestra hacha y dedicándole un tiempo, le devolvamos la fuerza a su corte, para que seamos los primeros en la olimpiada de la vida.

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