HOY ES UN BUEN DIA PARA DARTE UNA TREGUA
Todos quisiéramos tener las fuerzas para darle y darle y mantener el ritmo que la sociedad nos impone; un frenetismo avasallador, que no nos deja ni respirar y que muchas veces nos trae en la calle de la amargura. De vez en cuando el carro hay que mandarlo al taller, tal vez un buen retiro, unos momentos de reflexión personal, para ver cómo y por dónde va tu vida, tal vez sea el parte de aguas en tu vida.
No somos cosas, no somos números, somos personas de carne y hueso y una hermosa alma que tenemos que cuidar. Así es, tenemos mucho para dar, pero necesitamos hacer un alto porque nos cansamos, nos agotamos, porque no siempre tenemos las mismas y buenas disposiciones para hacer las cosas. Hoy te invito con sencillez a que te des una tregua.
Cuando el corazón se canse de sufrir, la voluntad de batallar y el alma de esperar: DATE UNA TREGUA, también las hojas cabecean ante el sopor del sol y la lumbre se hace brasa; las estrellas se ocultan, los pájaros se duermen y el paisaje se desvanece.
Es importante hacer un alto; vivimos en un mundo que una cosa lleva a la otra, un noticia a otra, una exigencia a otra, una relación a otra; pero ¿qué pasa?, ¿en qué mundo vivimos que no nos deja ni un minuto para nosotros?, no tenemos tiempo para analizar, reflexionar, tomar decisiones con calma y en paz, todo es un frenetismo imparable, por eso es necesario: DARTE UNA TREGUA. No para desistir, sino para reponerte, para tomar un poco de aire y seguir, sí, pero con nuevos bríos; no para claudicar, sino para reparar fuerzas; no para quedarte parado, sino para revisar detrás de tu horizonte y empezar a configurarte y así planear detrás de la tregua.
El agobio es un polvo que asfixia; la fatiga, una niebla que ciega; las tensiones, un estirar que explota; la falta de tiempo, un desasosiego que acelera; los contratiempos diarios, pequeños impactos que enervan. Cuando se acumule mucho sobre tus nervios y tu resistencia: DATE UNA TREGUA; pero no desistas, no te amargues, no te destruyas; aunque cueste seguir en pie: DATE UNA TREGUA; pero vuelve a comenzar, vuelve a crecer, vuelve a cosechar, vuelve luchar, vuelve al trabajo diario. Pero sin sombra en el espíritu, sin flaquezas en el ánimo, sin desfallecimiento en el corazón.
Si tienes capacidad para el amor, gratitud en el alma, voluntad para servir, alcance en la inteligencia, de TI mismo brotará la recuperación; y mas allá de las fronteras que vives ahora, verás florecer de nuevo en tu vida una esperanza, procurarás levantar de nuevo tu árbol y agigantarse de nuevo tu figura.
Por alguna de esas corrientes volverán a fluir el deseo, las ganas, el impulso; llevas dentro el manantial, la fibra, el motivo que te hará decir: NO al desánimo, no al derrumbamiento y derrota y un SÍ a DIOS y a un nuevo esfuerzo.
Pon tus alas sobre la cabeza, pero déjales espacio para remontarse; pon tus sueños en los pies, pero dales un largo recorrido de huellas divinas; pon tus ambiciones en la tierra, pero mirando el cielo y poniendo la meta en alguna estrella encendida, esa estrella llenará de esperanza tu vida.
Pon tu vida en las manos de Dios; DATE UNA TREGUA, para luego configurarte en Cristo y de pronto encontrarás que la vida tiene muchas bellezas y que tú tienes ganas de vivirla.
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