AVE MARIA
El espíritu se recrea, y el ruin afecto se enriquece cuando digo: Ave María.
Realmente es tanta la suavidad de esta bendita salutación que la palabra humana no alcanza a explicarla.
Siempre se mantiene tan alta y tan profunda, que no hay criatura alguna que se baste para indagarla,
Por esto, una y otra vez doblo reverente las rodillas hacia Ti, oh santísima Virgen María, y exclamo: Dios te salve, María, llena de gracia.
Acepta, mi clementísima Señora, Santa María, esta devotísima salutación y, con ella, recíbeme también a mí.
Acéptala para que tenga yo algo que te sea agradable, algo que me inspire confianza en Ti, que no cese de avivar más y más el fuego del amor, y me mantenga en una perenne devoción a tu venerado nombre.
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