GOTAS DE ESPERANZA
Un terrible ejemplo de desesperación es Judas después de la traición (Mt 27, 3-5). La desesperación es pecado porque juzga mal a Dios, el cual perdona siempre todo pecado, por grande que sea, si el pecador se arrepiente y pide perdón.
GOTAS DE ESPERANZA
Un párroco visitó en una ciudad populosa a un mendiga al cual había dada ya cuantiosas limosnas. Le encontró en su miserable habitación, con un compañera, haciendo un plan de reforma de la lotería que quería presentar al ministerio. . — ¿Cómo? —exclamó el párroco, sorprendido—, ¿Jugáis a la lotería? — Naturalmente —contestó el hambre—, algo hemos de
GOTAS DE ESPERANZA
Un párroco visitó en una ciudad populosa a un mendiga al cual había dada ya cuantiosas limosnas. Le encontró en su miserable habitación, con un compañera, haciendo un plan de reforma de la lotería que quería presentar al ministerio. . ¿Cómo? exclamó el párroco, sorprendido, ¿Jugáis a la lotería? Naturalmente contestó el hambre, algo hemos de tener de
GOTAS DE ESPERANZA
¡Era un muchacho aquel rey de Macedonia, Alejandro! Y muy ambicioso. Un día habló a sus generales: Mañana caeremos sobre los tebanos; los aniquilaremos. Pero no pararemos ahí: la ambición me empuja. Lógica pregunta de sus viejos generales: «¿Hacia dónde?» ¿Adónde iremos? contestó, cada vez más convencido Conquistaremos Grecia y Persia, después Egipto, luego Arabia, seguidamente India, y finalmente
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Monseñor Dupuy, obispo de Argel, fue llamado un día a. visitar a una enfermita pobre que hacía meses guardaba cama consumida por la fiebre de una horrible úlcera en el pecho. — Hija mía —le dijo el prelado—, ¿cómo puedes aguantar tan terribles dolores? — Mirad, señor: —contestó la enfermita señalando un ventanuco entreabierto—. Este trocito de cielo que
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Yendo de caza, dos nobles caballeros encontraron a un ermitaño que en una miserable choza llevaba una vida muy penitente, y le preguntaron: — ¿Cómo te arreglas para poder estar aquí? ¿No experimentas melancolía y malestar? Respondió el ermitaño: — ¡Oh, sí que lo experimento!, pero cuando sufro o estoy triste voy a aquella ventana —y señalaba la de
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Cuando Pirro, rey de Epiro, uno de los más grandes capitanes de la antigüedad, oyó a sus embajadores ponderar la magnificencia y el poderío de Roma, exclamó: — Pero, ¿acaso en Roma no hay imperfecciones y defectos? — Sí —respondieron los embajadores—, hay uno, y éste, grandísimo: ¡también se muere en Roma! — Aunque así sea, vayamos —dijo Pirro—;
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El locutor de la C. E. G. hablaba un día al público sobre el cielo. — Mirad —decía el chistoso preguntón—, lo que más me fastidia es pensar cómo voy a ponerme la camisa sobre las alas. — No te preocupes, amigo, pues tu dificultad va a ser la de ponerte los pantalones sobre la cola.
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Uno que visitó la magnífica catedral de Diakevar (Croacia) se encontró a la salida con un pordiosero miserablemente vestido. El turista, poco amigo de la Iglesia, le preguntó: — Oiga, ¿qué piensa usted del lujo que hay allá dentro, en el interior del templo?
GOTAS DE ESPERANZA
Cierta vez estaba una madre haciendo dormir a su hijo en la cuna, cuando éste le preguntó: — Mamá, cuando los niños van al cielo, ¿cómo duermen, en una cuna o en los brazos de Dios? — Hijo mío, en el cielo todos dormiremos en los brazos de Dios.