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Pensamiento del día

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S.Esc.:Mt 5, 48; gen 17, 1; lev 20, 26; ef 1, 4; A cada uno llama a la santidad, de cada uno pide amor: jóvenes y ancianos, solteros y casados, sanos y enfermos, cultos e ignorantes, trabajen donde trabajen, estén donde estén.(Escrivá de Balaguer, Amigos de Dios, 249) Todos estamos llamados a la santidad; para todos hay las

El demonio actúa por los sentimientos. Que yo me sienta mal, no quiere decir: debo estar mal; ni tampoco el que yo me sienta bien debo decir: me siento bien. Deja de sentir y ve las obras, Obras son amores y no buenas razones.

"EL CONSUELO DE LA VIRGEN MARIA" LA MADRE. Yo soy la Madre de la Misericordia, llena de caridad y de dulzura. Soy la escalera de los pecadores, la esperanza y el perdón de los culpables, el cuelo de los afligidos y el gozo particular de los santos. Vengan a mí todos ustedes que me aman, y quedarán satisfechos

  La Sagrada Escritura hace una viva descripción del perezoso; pasa el día entre dormir, sestear y descansar. (cfr. Prov. 6,10), quiere y no quiere cumplir su obligación (Ibid 13,4)  porque todo le parecen dificultades (Ibid 15,19), y así inventa excusas increíbles: Afuera hay un león, y si salgo seré muerto. (Ibidem 22,13).  Por eso perderá todos sus

Uno de las más distinguidas especialistas en materia de excusas nos explicó un sencillo método para ahorrar tiempo y molestias. Consiste en nombrar solamente el número de la excusa más conveniente para cada caso particular. I .- Así lo hemos hecho siempre. 2.- No sabía que se necesitaba con urgencia. 3.- Estoy en espero de un visto bueno. 4.- Cómo

Los que poseen grandes placeres caen en un gran mal, y los antes conquistados los apresan; y cuanto más numerosos y grandes son, tanto más pequeño y siervo de más señores es aquel a quien el vulgo llama feliz (Séneca, De vita beata XIV) El que persigue el placer pospone a él todas las cosas y lo

AVARICIA: 2-De la avaricia, uno de los siete pecados capitales, se derivan otros muchos pecados y daños para el alma. Dice Santo Tomás (2-2, q.118,1.8) que el avaro, perdiendo la sensibilidad para la desgracia del prójimo, se inquieta y busca con codicia la riqueza para sí. Con el fin de lograrla recurre, incluso, a la violencia, al