GOTAS DE ESPERANZA
En 1918, cierto impío consintió en llevar a Lourdes una niñita que tenía todos sus miembros tullidos.
— Si veo a esta niña curada —dijo —, si la veo levantarse, prometo convertirme. Pero yo creo que esto no sucederá.
En cuanto la niña entró en la piscina, el padre Pailly exclamó:
— Hermanos míos, ¿hay alguien entre vosotros que quiera ofrecerse en víctima por la salvación de un alma que se niega a convertirse? ¿Hay uno solo entre los enfermos aquí presentes que espontáneamente ofrezca a Dios permanecer enfermo hasta su muerte para que este impío se convierta?
En medio del silencio general, una pobre mujer achacosa, que se arrastraba con muletas, gritó:
— Yo.
Al mismo tiempo,. una madre que se hallaba cerca de la reja y nevaba tres años conduciendo a Lourdes su niño sordomudo, lo dirigió hacia el padre y dijo llorando:
— Escoja a mi hijo.
Al instante curó la niña. Y el impío se postró de hinojos exclamando:
— Señor, creo.