Lecturas de hoy Viernes 29 Enero de la 3ª semana del Tiempo Ordinario
Primera lectura
HERMANOS:
Recordad aquellos días primeros, en los que, recién iluminados, soportasteis múltiples combates y sufrimientos: unos, expuestos públicamente a oprobios y malos tratos; otros, solidarios de los que eran tratados así. Compartisteis el sufrimiento de los encarcelados, aceptasteis con alegría que os confiscaran los bienes, sabiendo que teníais bienes mejores y permanentes.
No renunciéis, pues, a vuestra valentía, que tendrá una gran recompensa.
Os hace falta paciencia para cumplir la voluntad de Dios y alcanzar la promesa.
«Un poquito de tiempo todavía
y el que viene llegará sin retraso;
mi justo vivirá por la fe,
pero si se arredra le retiraré mi favor».
Pero nosotros no somos gente que se arredra para su perdición, sino hombres de fe para salvar el alma.
Palabra de Dios
Salmo
R/. El Señor es quien salva a los justos
V/. Confía en el Señor y haz el bien:
habitarás tu tierra y reposarás en ella en fidelidad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón. R/.
V/. Encomienda tu camino al Señor,
confía en él, y él actuará:
hará tu justicia como el amanecer,
tu derecho como el mediodía. R/.
V/. El Señor asegura los pasos del hombre,
se complace en sus caminos;
si tropieza, no caerá,
porque el Señor lo tiene de la mano. R/.
V/. El Señor es quien salva a los justos,
él es su alcázar en el peligro;
el Señor los protege y los libra, los libra de los malvados
y los salva porque se acogen a él. R/.
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Dame tu gracia para convertirme en la planta que Tú quieres que sea. Yo pondré mi tierra para que con tu sol pueda crecer grande y fuerte y así los pájaros puedan anidar en mí.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 4, 26-34
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto: primero los tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas. Y cuando ya están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha”.
Les dijo también: “¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos representar? Es como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra”.
Y con otras muchas parábolas semejantes les estuvo exponiendo su mensaje, de acuerdo con lo que ellos podían entender. Y no les hablaba sino en parábolas; pero a sus discípulos les explicaba todo en privado.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Toda planta necesita tiempo para crecer, poco a poco va hacia arriba y se comienza a ver el fruto que se espera. Es un proceso complejo, el crecimiento de una planta que pasa de ser una semilla a un ser viviente. Sin saber cómo crece sigue la «misión» para la que está hecha, su propósito en la vida. La planta sigue su rumbo y crece, si la dejamos crecer porque la podríamos aplastarla y matarla desde un inicio.
Dios quiere entrar en nuestra vida, como una planta, en nuestra cuarto, lo tenemos que aceptar, no puede entrar solo. Cuando aparecen los frutos sabemos que ha sido una buena planta o árbol y que podemos disfrutar de lo que haya producido, la podamos para que siga dando más y la apreciamos porque nos ha sido de utilidad.
En este punto nos podemos preguntar ¿cuál es el fruto del reino de Dios por el que nos quedamos con la «planta»? La paz interior que es uno muy importante, aunque no es el único. Todos deseamos tener paz y haciendo las acciones que nos la otorgan, nos sentimos felices y podemos decir que hemos realizado lo que Dios quiere de nosotros también. Con esta paz nos sentimos bien con nosotros mismos y podemos estar bien con los demás. En cierto sentido es el primer paso de la plenitud de la vida cristiana, nos capacita para amar a nuestro prójimo de manera desinteresada.
«Jesús compara el Reino de Dios con un grano de mostaza. Es una semilla muy pequeña, y sin embargo se desarrolla tanto que se convierte en la más grande de todas las plantas del huerto: un crecimiento imprevisible, sorprendente. No es fácil para nosotros entrar en esta lógica de la imprevisibilidad de Dios y aceptarla en nuestra vida. Pero hoy el Señor nos exhorta a una actitud de fe que supera nuestros proyectos, nuestros cálculos, nuestras previsiones. Dios es siempre el Dios de las sorpresas. El Señor siempre nos sorprende. Es una invitación a abrirnos con más generosidad a los planes de Dios, tanto en el plano personal como en el comunitario. En nuestras comunidades es necesario poner atención en las pequeñas y grandes ocasiones de bien que el Señor nos ofrece, dejándonos implicar en sus dinámicas de amor, de acogida y de misericordia hacia todos.» (Ángelus de S.S. Francisco, 17 de junio de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
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