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Sembrando Esperanza

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Lecturas del Lunes 18 Enero de la 2ª semana del Tiempo Ordinario

Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (5,1-10):

TODO sumo sacerdote, escogido de entre los hombres, está puesto para representar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados.
Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, porque también él está sujeto a debilidad.
A causa de ella, tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo.
Nadie puede arrogarse este honor sino el que es llamado por Dios, como en el caso de Aarón.
Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino que la recibió de aquel que le dijo: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy»; o, como dice en otro pasaje: «Tú eres sacerdote para siempre según el rito de Melquisedec».
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, siendo escuchado por su piedad filial. Y, aun siendo Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se convirtió, para todos los que lo obedecen, en autor de salvación eterna, proclamado por Dios sumo sacerdote según el rito de Melquisedec.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 109,1.2.3.4

R/. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec

V/. Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies». R/.

V/. Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos. R/.

V/. «Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, desde el seno,
antes de la aurora». R/.

V/. El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec». R/.

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor Jesús, me pongo en tus manos como un niño en los brazos de su madre. Consuélame, renuévame y fortaléceme en este momento en el que me dispongo para escuchar tu suave voz.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Marcos (2,18-22):

EN aquel tiempo, como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vinieron unos y le preguntaron a Jesús:
«Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?».
Jesús les contesta:
«¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar.
Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán en aquel día.
Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto —lo nuevo de lo viejo— y deja un roto peor.
Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos».

Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

El año está comenzando. Y así también, en estos últimos días, hemos estado comenzando a escuchar a san Marcos en el Evagelio de la Misa diaria. El Evangelio de Marcos, en sus primeros capítulos, nos va revelando poco a poco a la persona de Cristo. El día de hoy, el evangelista nos permite descubrir un poco más a ese hombre que ha formado un grupo de discípulos y que causa algo de incomodidad a los fariseos.

Este hombre nos invita, también hoy, a poner el vino nuevo en vasijas nuevas. Cristo, el Hijo de Dios vivo, es el vino nuevo. Nosotros, al igual que esas vasijas, tenemos la misión de renovarnos para recibir ese buen vino. Pero, ¿cómo nos hacemos nuevos una y otra vez?

Creo que contemplando la naturaleza podemos encontrar una respuesta. Un árbol con raíces fuertes y profundas renueva sus hojas año con año. No importa si viene el frío o la sequía. No importa si lo azotan fuertes vientos. El árbol con raíces profundas retoña cada año en primavera. Se renueva una y otra vez.  Así como este árbol, nuestra vida espiritual necesita alimentarse constantemente de un Agua Viva que le permita permanecer firme y robustecerse con el pasar de los años. Esta agua es la Palabra de Dios. Sí, la Palabra de Dios es siempre nueva, es una Palabra Viva que siempre tiene un mensaje que decirnos en el aquí y ahora de nuestra vida. Si oramos con ella, poco a poco nos irá renovando interiormente para recibir en plenitud el vino nuevo de Cristo.

 

«“Estoy como un odre puesto al humo”, dice el salmo, haciendo alusión al largo tiempo transcurrido viviendo este doble modo de ser consumido: por Dios y por las dificultades del mundo. A veces, casi sin querer nos vamos alejando, y caemos en «la apatía, en la rutina, en la desmotivación, en la desidia paralizadora. No importan, no importan los años que tenéis o la dificultad para caminar o llegar a tiempo para los oficios. No somos odres puestos al lado del humo sino troncos que arden hasta consumirse en el fuego que es Jesús; quien nunca nos defrauda y toda deuda paga.»

(Homilía de S.S. Francisco, septiembre de 2019).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Perseverar día tras día en estos 10 minutos de oración que te entrego a Ti, Señor Jesús.

 

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