NAZARET. LA SOLUCION ANTE LA CRISIS FAMILIAR ACTUAL
La situación del hombre en el mundo de hoy: encontramos al hombre dividido entre sus esperanzas y sus temores; entre sus aspiraciones y la dura realidad. Gracias a la ciencia y a la técnica, domina las leyes físico-químicas y matemáticas y ha creado una era de super abundancia de bienes como nunca lo hubiera soñado y sin embargo, deja morir de hambre a miles y millones de sus hermanos; manipula el mundo del átomo o el ilimitado del espacio y se siente amenazado de destrucción y hostilidad. Jamás tuvo el hombre tan al alcance de su mano la satisfacción de sus deseos materiales y nunca se ha sentido tan infeliz, temeroso e insatisfecho.
Otra división que siente dentro de sí mismo y que le aqueja y golpea en su conciencia: quiere el bien y tiende al mal; quiere volar muy alto y se siente atrapado por la materia y la tierra. En su locura por encontrar el camino, va presentado un estilo de vida que golpea directamente a la familia, ella, está perdiendo el rumbo y el camino, por eso hoy debemos volver a mirar con sencillez y seguridad el ejemplo que nos ha dejado como legado la Sagrada Familia de Nazaret. Jesús, María y José, son los protagonistas de esta historia y nos enseñan el verdadero valor de la vida, el lugar que debe tener Dios, las virtudes que se deben cultivar y sobre todo, el papel que cada uno tiene en este gran Designio Divino de Amor.
El trabajo en Nazaret: Se pasó 30 años haciendo cosas de valor eterno en pequeñeces. ¿Qué le mueve a Cristo en su trabajo? La salvación de las almas. El amor es el que rompe los esquemas de nuestra corta mirada. No preocuparse de qué se hace, sino cómo se hace. Cristo trabajando y viendo a San José en los menesteres de la carpintería, dignifica el trabajo humano, le da un valor de eternidad, tenemos que cuidarnos de sucumbir en la tentación de trabajar solo por trabajar, para ganar solo dinero y pedir el motivo de fondo. No vivir para trabajar sino trabajar para vivir y ser felices.
El silencio de Nazaret: No ocurrieron cosas extraordinarias; los evangelistas no nos ponen nada más que dos trazos de Nazaret. El silencio es la nota predominante; silencio que invita a la oración, a la contemplación, a degustar las cosas de Dios, a encontrarnos con nosotros mismos de cara a Dios, a rezar los salmos, asistir a la sinagoga, convivir con los vecinos… Para nosotros, es leer el Nuevo Testamento, ir a Misa, visitar el Santísimo y crear en casa un ambiente de recogimiento y tranquilidad.
La vida en familia de Nazaret: Todos se preocupaban de los demás. María estaría siempre pronta en servir, en ver las necesidades… pero todos participaban de ese corazón generoso de María. Jesús, en los insondables misterios de Dios, tuvo que aprender de María y José a ser niño. “Crecía en edad, sabiduría y gracia delante de Dios y de los hombres” y a estar con ellos y compartir en familia (Lc. 2, 51-52).
La oración de Nazaret: Sería un ambiente espiritual y de contemplación; aquella necesidad que Cristo mostraría siempre de retirarse para estar a solas con su Padre, para recibir luz y fortaleza para aceptar la Voluntad de su Padre… le nacía de su infancia. ¿Qué tema tendrían Jesús, José y María? La gloria del Padre y el sometimiento a su Voluntad Santísima; la salvación de los hombres, la lectura y meditación de la Palabra de Dios.
La obediencia en Nazaret: Era el fruto maduro de su oración, vivir en clave de Voluntad de Dios. ¿Qué significa obedecer, sino amar más la Voluntad de Dios que la propia voluntad? “Con la sumisión a su madre y a su padre legal, Jesús cumple con perfección el cuarto mandamiento. Es la imagen temporal de su obediencia filial a su Padre celestial. La sumisión cotidiana de Jesús a José y a María anunciaba y anticipaba la sumisión del Jueves Santo: <No se haga mi voluntad…> (Lc 22, 42). La obediencia de Cristo en lo cotidiano de la vida oculta inauguraba ya la obra de restauración de lo que la desobediencia de Adán había destruido (Rm 5, 19)”. (Cat. n. 533)
La Disciplina en Nazaret: En Nazaret se comprende la necesidad de tener una disciplina espiritual para ser alumno del evangelio y de Cristo. La disciplina es una virtud que va formando en nosotros la personalidad, la estructura, la solidez de carácter. El cristiano debe ser una persona fuertemente marcada por esta virtud. Disciplina en la vida espiritual (oración, Misa semanal, confesión, servicio, estudio, trabajo, horarios estables). Disciplina en el orden y aprovechamiento del tiempo. Disciplina para auto exigirse a sí mismo en el uso de su tiempo. Disciplina para vivir según una escala de valores. Disciplina por amor.
Humildad y Sencillez: Viven aceptando las diversas circunstancias en paz, sabiendo que Dios sacará siempre un bien de todo; no se complican, viven desprendidos de lo material, aprovechan para vivir con austeridad y con lo justo, tienen claro lo que luego enseñaría Jesús: “De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma”. Viven día a día sus afanes, confían en la Providencia de Dios, saben que nunca les faltará lo necesario. Esta humildad y sencillez les genera armonía y equilibrio.
Cuánto aprender de esta gran familia, un ejemplo que a todos nos servirá reflexionar y analizar; Ella se debería convertir en un punto de referencia en medio de la desorientación e inquietudes, sobre el camino que estamos siguiendo. La Sagrada Familia nos enseña un camino feliz, deseosa de cumplir la Voluntad de Dios, alegre, sencilla, generosa, piadosa, llena del Temor de Dios, una familia, que vale la pena imitar.
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