NO DEJES QUE LOS PROBLEMAS TE DESESPEREN
Qué complicada es la vida, y más cuando otros sin querer o queriendo nos la complican más, ya Nuestro Señor decía: “a cada día le basta su afán”. ¡Y vaya cuántos afanes cada día! ¿Qué pasa cuando queremos llevar la fiesta en paz, vivir con tranquilidad y aprovechar la corta vida que tenemos? Cómo quisiéramos, pero la verdad que no es así; los problemas y las dificultades arrecian, tocan continuamente a nuestra puerta y ahí estamos nosotros corriendo, medio desesperados, de un lugar a otro, angustiados, tratando de salir de tal o cual situación que nos incomoda.
¿No te ha pasado que mientras más vueltas les das al problema, más se agranda, como que la bolita de nieve, pequeña e insignificante, se convirtió en una gran bola que ya no puedes ni sostenerla? Somos curiosos los hombres, pero pareciera que mientras más le damos vueltas al asunto, más se complica y más nos complica; nos quita el sueño, vemos más lejana la solución y nos enredamos en la misma madeja, hundiéndonos más en el laberinto.
Qué terrible; si tuviésemos la capacidad de parar un momento, ponernos en oración, arrodillarnos delante de nuestro Dios y Padre y ponerlo en sus manos; si tuviese la capacidad de detenerme y relajarme, no dándole tanta importancia, qué diferente sería todo. Pero bueno, ahí te va esta historia, que espero te ayude a relajarte, echarte una siestecita y seguir adelante, viendo la mano de Dios.
Era un sábado por la tarde cuando un oso iba de paseo, feliz de la vida, por la orilla del puente; dos autos que también pasaban lo espantaron cayéndose por un costado, pero alcanza a sostenerse del arco del mismo. No podía ni salirse ni saltar. Qué disyuntiva para el pobre animal.
Las autoridades pensaron que ya nada se podía hacer porque ya era tarde. Entonces, al día siguiente cuando regresaron, encontraron al oso durmiendo muy tranquilo donde estaba atrapado. Después de asegurar una red debajo del puente, le aplicaron un tranquilizante.
El oso cayó en la red, lo bajaron, se despertó y caminó.
Hay una moraleja en esta historia:
Puede ser que este oso haya hecho un movimiento equivocado y encontrarse colgando de sus uñas. De alguna manera se las arregló para ponerse en el arco del puente, donde se dio cuenta que estaba en una mala, pero muy mala e imposible situación.
¿Qué fue lo que hizo?
Ahhh, ¡se tomó una siesta! Pareciera una solución simplista y demasiado cómoda. La vida muchas veces nos inspirará una solución como ésta, pues solo así podremos tomar las riendas de nuestra vida y salir adelante con paz y nuevas fuerzas. ¿Jesús no dormía en medio de la tempestad mientras todos se agobiaban, desesperaban y gastaban fuerzas?, ahí está el Señor, descansando y llevando el control de la barca.
Misterio, pero la situación se le compuso sola mientras él dormía. Así debes de reaccionar cuando te lleva la marea, no sirve de nada nadar y nadar y menos cuando la corriente te está tirando hacia dentro, no gastes energías, no sirve de nada, te cansarás, te desesperarás y terminarás ahogándote. Siempre se ha recomendado: ten calma, no te desesperes, espera que la misma marea te saque a tierra firme.
La moraleja es que cuando confrontes una mala situación, algunas veces la mejor solución es… tomárselo con calma y esperar.
CONCLUSIÓN: ¡Relájate, tómate una descanso y deja a Dios hacer el trabajo!
No sabemos cómo se sintió el oso, pero su instinto fue relajarse y esperar. Bueno, a veces también para nosotros los humanos también funciona así, relajarse y esperar, pero hay quien también le llama, fe hermano, ¡¡¡FE!!!, así entenderemos las palabras que San Pablo escribió a los Efesios: “Sobre todo, que su fe sea el escudo que los libre de las flechas encendidas del maligno” (Efesios 6.16).
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