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Sembrando Esperanza

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TIBIEZA

En cierta ocasión un contratista permitió a sus carpinte­ros que se llevasen como leña las astillas de los troncos que desbastaban. Desde entonces las astillas fueron más gruesas, y las vigas resultaron tan delgadas, que el edificio se vino al suelo antes de acabarse.

¿No ocurre algo parecido muchas veces en la vida espiritual? Se evitan cuidadosamente las más ligeras faltas, se ora bien y mucho, y se ejercitan con seriedad todas las virtudes. Pero, poco a poco, se va desvaneciendo el fervor. Va olvidándose sucesivamente y cada vez con más frecuencia aquello que uno se había propuesto.

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