Image Alt

agosto 2023

  /    /  agosto

Un vicario apostólico de Noruega escribía que durante una misión se le presentó un protestante que le preguntó con marcado interés: — Diga, ¿existe todavía el papa? — Ciertamente — contestó monseñor, muy admirado de la pregunta. Y el protestante continuó: — No hay nada más claro. Lutero, fundador de nuestro protestantismo, dijo que él sería la muerte del papa.

Felipe Melanchthon, el fogoso colaborador de Lutero, consiguió, como experto escritor y sabio de renombre que era, muchos adeptos para la nueva doctrina. Su madre era una mujer piadosa, adicta antes y después a la Iglesia católica. En su lecho mortuorio, preguntó a su hijo: —Hijo, dime ahora con toda sinceridad qué fe es la mejor, ¿la nueva

Lenhu, después de perder la fe, apenas encuentra palabras para describir la desolación del alma que apostató de Dios. Para tal alma el mundo es como una ciudad muerta, con largas y estrechas calles en las cuales tiene que vagar a tientas. Así escribe: «Desde que he abandonado el sendero de la fe, he perdido toda la

Un oficial cristiano que había combatido contra Mohamed, sultán de los turcos, cuando fue tomada Constantinopla pasó de las banderas de los cristianos a la de los turcos, arrojando la cruz para coger el turbante. Así abandonó el servicio de Dios para servir a Mohamed. ¿Qué esperaba del sultán este renegado? Pues nada menos que desposarse con

Cuando el sultán turco Mohamed II tomó Constantinopla y la inundó de sangre (1453), mandó aprisionar a todos los cristianos que sobrevivieron a aquellos estragos. Había entre éstos una joven bastante agraciada, llamada Irene, a la. que el sultán, contra el parecer de los jefes de gobierno, prometió que la haría esposa suya si abrazaba el

Mientras Juliano el Apóstata combatía contra los persas, un cuestor favorito suyo, que atravesaba una campiña solitaria, topó con un convento. Precisamente en aquel instante el cuestor pensaba en el próximo exterminio del cristianismo, que juzgaba seguro, cuando se le puso delante un fraile. «He aquí a un odiado discípulo del Galileo», se dijo para. sí; después,

Desde el borde de una trampa que daba a una bodega subterránea, estaba mirando hacia abajo un pequeñuelo, a pleno sol. Desde arriba nada se veía, pero desde el fondo le veía su padre, que le dijo: — Échate, hijo mío, que yo te cogeré. — No veo nada, papá. — No importa: te veo yo. Haciendo acopio de valor,

El domingo día 7 de junio de 1925, en las primeras horas del día, caía muerto en las calles de Dublín un hombre, víctima de un ataque cardíaco. Su porte era el de un trabajador: vestido pobre, enjuta de carnes, manos encallecidas, constitución enfermiza, de unas sesenta años de edad. Se le condujo a la casa de