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Sembrando Esperanza

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Lecturas del Domingo 11 Abril 2º de Pascua – Ciclo B

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (4,32-35):

En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y Dios los miraba a todos con mucho agrado. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles; luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 117,2-4.16ab-18.22-24

R/. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia

Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. R/.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.

Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (5,1-6):

Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a Dios que da el ser ama también al que ha nacido de él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. Pues en esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Éste es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo. No sólo con agua, sino con agua y con sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.

Palabra de Dios

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor Jesús, dame la fuerza para creer en Ti; dame la fuerza para recibir tu Espíritu Santo, en este día y vivir tu paz en mi interior. Déjame creer como lo hizo Tomás para decirte, «¡Señor mío y Dios mío!», qué grande y maravilloso eres.

 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 20, 19-31

Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”. Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban al Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.

Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”.

Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”.  Luego le dijo a Tomás: “Aquí están mis manos, acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree”. Tomás le respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”.  Jesús añadió: “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto”.

Otros muchos signos hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritos en este libro. Se escribieron éstos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

En el Evangelio de hoy podemos tomas varios momentos importantes que nos pueden servir para rezar, y sumergirnos en el resucitado, en el Jesús que murió por nosotros por una causa mayor que no es de este mundo. Podemos concentrarnos en ese momento en que se les apareció Jesús a sus discípulos y les entregó su paz; nos podemos preguntar: ¿cómo está mi paz, la vivo y la siento?, ¿mi alegría es en el Señor?

Otro momento importante es Tomás, ese discípulo que no quería creer si no tenía a su resucitado al frente de él para creerle, y experimentar con sus manos los agujeros de Jesús. Cristo nos habla en este momento al decirnos «dichosos los que creen sin haber visto». Te habla a ti y a mí, nos necesita y nos quiere para Él. Señor Jesús, lléname con tu espíritu, para poderte ver, poder creer que realmente Tú eres «Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios», mi Dios.

Pidamos en el día de hoy que nos muestre el camino, para conocerlo mejor, y verlo en las demás personas que nos encontremos. Señor, ayúdame a abrir el corazón para poder recibir las gracias que me tienes para el día de hoy.

 

«Repetir la señal de la cruz, nos recordará que el Señor de la misericordia nunca abandona a sus hermanos, sino que acoge las heridas de ellos en las suyas. Al hacer la señal de la cruz, recordamos las llagas de Cristo, esas llagas que la Resurrección no borró, sino que se llenaron de luz. Del mismo modo, las heridas de los cristianos, incluso las más abiertas, cuando son atravesadas por la presencia viva de Jesús y de su amor, se vuelven luminosas, se convierten en señales de luz pascual en un mundo envuelto en tantas tinieblas.»

(Discurso de S.S. Francisco, 24 de noviembre de 2017).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Tomaré un tiempo para sumergirme en el amor divino de Jesús, por medio de su Sagrado Corazón, y poder orar e interceder por las personas que necesitan de mis oraciones, por esas personas que sufren y que no lo han visto a Él, resucitado. Señor Jesús, confío en Ti.

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