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Sembrando Esperanza

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GOTAS DE ESPERANZA

Pasaba un día Pío XI a lo largo de las filas de peregrinos durante una audiencia, cuando sus ojos se fijaron en un muchacho ciego. El papa se detuvo y alzó su anillo hasta los labios del chico, el cual empezó a temblar de emoción mientras saltaban lágrimas de sus ojos vacío

— Querido —le dijo el papa con tono consolador—, todos estamos ciegos hasta que Dios nos ilumina. No podemos ver lo que significan los grandes hechos de nuestra fe hasta que el Espíritu Santo nos lo muestra en nuestro interior con el don de entendimiento.

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