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Sembrando Esperanza

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SOÑÉ QUE TENIA MARCADA UNA ENTREVISTA CON DIOS

Todos quisiéramos que Dios en persona nos hablase y nos fuese respondiendo una a una las preguntas que se van almacenando en nuestro corazón a lo largo de los años, de las experiencias y de las situaciones tan particulares que vivimos. Estoy seguro que Dios sí va comunicándose con cada uno de nosotros, y nos va respondiendo a su modo y según lo que Él considera oportuno revelarnos.

Hoy quisiera compartir estas reflexiones, para que no dejemos de lado nuestra apertura de corazón a Dios, y sobre todo, no dejemos de preguntarle, de pedirle que nos enseñe a vivir nuestro paso corto por la vida, con la sabiduría de un peregrino que su mirada está anclada en la eternidad y en ese encuentro definitivo con Él que es amor.

Entre por favor -habló Dios- entonces, ¿a usted le gustaría entrevistarme? Si usted tiene tiempo, le dije yo. Dios sonrió y habló: Mi tiempo es eterno, suficiente para hacer todas las cosas y atenderles a todos al mismo tiempo. ¿Qué preguntas usted tiene en mente? ¿Qué es lo que más le sorprende de la humanidad? –pregunté-. Dios respondió: Que se aburran de ser niños y querer crecer rápido, para después desear ser niños otra vez. Que desperdicien la salud para hacer dinero y luego perder dinero para recuperar la salud. Que piensen ansiosamente sobre el futuro, olvidando el presente y, de esa forma, no vivan ni el presente, ni el futuro. Que vivan como si nunca fuesen a morir y que mueran como si nunca hubiesen vivido.

Enseguida, la mano de Dios aseguró la mía y por un instante quedamos en silencio… fue un momento impactante que me dejó medio frío. Algo que nunca antes había experimentado, hasta la respiración se me paró. Entonces le pregunté: Padre, ¿cuáles son las lecciones de vida que desea que sus hijos aprendan? Con una sonrisa, Dios respondió: Que aprendan que no pueden hacer que nadie los ame, lo que pueden hacer es dejarse amar. Que aprendan que lo más valioso no es lo que se tiene en la vida, sino a quiénes tenemos y lo que somos en nuestro interior. Que aprendan que no es bueno que se comparen unos con los otros, todos serán juzgados individualmente sobre sus propios méritos y las obras hechas por amor y con amor. Que aprendan que una persona rica no es la que tiene más, es la que necesita menos. Que aprendan que sólo se necesitan algunos segundos para abrir profundas heridas en las personas amadas y que es necesario muchos años para curarlas. Que aprendan a perdonar, practicando el perdón. Que aprendan que hay personas que los aman mucho, pero simplemente no saben cómo expresar o demostrar sus sentimientos. Que aprendan que el dinero puede comprar todo, excepto la felicidad. Que aprendan que dos personas pueden mirar para la misma cosa y verlas totalmente diferente. Que aprendan que un amigo verdadero es alguien que sabe todo sobre ti, y le gustas tal como eres. Que aprendan que no es suficiente ser perdonado, sino lograr perdonarnos a nosotros mismos.

Por un tiempo permanecí sentado disfrutando aquel momento. Le agradecí por su tiempo y por todas las cosas que Él ha hecho por mí. Y me respondió: Estoy siempre aquí, 24 horas al día. Todo lo que tienes que hacer es llamar por mí y yo vendré. Tú podrás olvidar lo que te dije. Podrás olvidarte de lo que yo hice, pero tienes que saber que yo estaré todos los días hasta el fin de los tiempos junto a ti.

Todos hemos tenido muchas oportunidades para escuchar a Dios, verle y sentirle, estas oportunidades se siguen dando. Que el frenetismo y la superficialidad que nos impone hoy nuestra sociedad, no nos cierre en nuestras cuatro paredes, en nuestras dificultades y fracasos, por el contrario, que nos abran al horizonte de lo que es la verdadera vida y que por eso vale la pena vivirla haciendo el bien y amando a Dios.

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