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Historias y anécdotas

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Un santo monje, muriendo, decía a sus compañeros que estaban en torno al lecho: «He aquí que ha terminado el breve plazo de mi padecer. Ahora me sucede a mí como a quien va al mercado, que con poco dinero compra mucho. Yo he pasado pocos padecimientos y con ellos he conquistado una inmensa riqueza: ¡la

San Agustín, obispo de Hipona († 430), tenía idea de escribir un tratado sobre la felicidad del cielo, pero, espantado ante la dificultad de la empresa, quiso antes aconsejarse con san Jerónimo, doctor de la Iglesia, que se hallaba en Belén. Estando con La pluma en la mano para comenzar la carta que había de enviar

En 1969, con una población de seis millones y medio de habitantes, había aproximadamente 800 sacerdotes y más de 2,000 religiosas trabajando en la isla. La situación en 1992 está así: Siete diócesis, con 219 sacerdotes y 329 reli­gio­sas, cargan sobre sus hombros la difícil tarea de la evangelización para ll millones de cubanos; tocándole un

El Cura de Ars se dejaba embargar particularmente por la presencia real de Cristo Eucaristía. Ante el Tabernáculo solía pasar largas horas de adoración, antes de amanecer o durante la noche; durante sus homilías solía señalar al Sagrario diciendo con emoción: "El está ahí". Por ello, él, que tan pobremente vivía en su casa rectoral, no

Se cuenta que durante la guerra mundial un médico militar, estaba inclinado atendiendo a un herido en un lecho del campamento. Al darse la vuelta para tomar alguna medicina, recibió un tiro de pistola del propio paciente, que era un oficial enemigo. Por fortuna no acertó. El médico, volviendo la cabeza serenamen­te, le dijo: "Vamos, no

Pedía Carlos V vanagloriarse de que "El sol no se pusiera en sus dominios". No obstante, al cabo de cuarenta años de gobierno, he aquí que el potente se retira a un monasterio para meditar sobre la vanidad del las humanas grandezas. En la coronación de un nuevo Papa quemaron delante de él, en una ceremonia

José Carducci era profesor universitario en Bolonia. Fue a Florencia para ciertas celebraciones. Una tarde se despidió del ministro de instrucción pública: "No, dijo el ministro, quédese todavía mañana". ‑"Excelencia, no puedo, mañana tengo clase en la Universidad y los chicos me esperan" . ‑"Le dispenso yo" .‑"Ud. puede dispensarme, pero yo no me dispenso". El

Una de las muchas anécdotas que se atribuyen a Federico el Grande es la siguiente: Pasaba revista el soberano, en las inmediaciones de Berlín, a un cuerpo de ejército, cuando uno de sus ayudantes de mayor confianza le hizo notar la gran muchedumbre que a su paso se descubría respetuosamente. - Quisiera saber -comentó el oficial- de qué

Alejandro Magno recibió una carta de su madre en donde hablaba de un jefe de zona. Otro jefe de zona se acercó detrás del hombro de Alejandro y al darse cuenta el emperador tomó su anillo y se lo puso en la boca como símbolo de sello.