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Sembrando Esperanza

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Lecturas del Martes de la VI Semana de Pascua

07 May 2024

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (16,22-34):

EN aquellos días, la plebe de Filipos se amotinó contra Pablo y Silas, y los magistrados ordenaron que les arrancaran y que los azotaran con varas; después de molerlos a palos, los metieron en la cárcel, encargando al carcelero que los vigilara bien; según la orden recibida, él los cogió, los metió en la mazmorra y les sujetó los pies en el cepo.
A eso de media noche, Pablo y Silas oraban cantando himnos a Dios. Los presos los escuchaban. De repente, vino un terremoto tan violento que temblaron los cimientos de la cárcel. Al momento se abrieron todas las puertas, y a todos se les soltaron las cadenas. El carcelero se despertó y, al ver las puertas de la cárcel de par en par, sacó la espada para suicidarse, imaginando que los presos se habían fugado. Pero Pablo lo llamó a gritos, diciendo:
«No te hagas daño alguno, que estamos todos aquí».
El carcelero pidió una lámpara, saltó dentro, y se echó temblando a los pies de Pablo y Silas; los sacó fuera y les preguntó:
«Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?»
Le contestaron:
«Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia».
Y le explicaron la palabra del Señor, a él y a todos los de su casa.
A aquellas horas de la noche, el carcelero los tomó consigo, les lavó las heridas, y se bautizó en seguida con todos los suyos; los subió a su casa, les preparó la mesa, y celebraron una fiesta de familia por haber creído en Dios.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 137,1-2a.2bc.3.7c-8

R/. Señor, tu derecha me salva

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque escuchaste las palabras de mi boca;
delante de los ángeles tañeré para ti;
me postraré hacia tu santuario. R/.

Daré gracias a tu nombre
por tu misericordia y tu lealtad.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R/.

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, ¡cuán profunda fue esa cena de despedida, “la última cena con tus apóstoles!, ¡cuántas cosas quisiste transmitir a tus apóstoles, antes de volver a la Casa del Padre! Me pregunto qué pudieron comprender tus apóstoles en esos momentos…. Abre mi corazón para seguir escuchando lo que Tú llevabas en el Corazón, en esa noche, antes de padecer. Dame la gracia de comprender lo que hoy quieres transmitirme a mí.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 16, 5-11

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Me voy ya al que me envió y ninguno de ustedes me pregunta: ‘¿A dónde vas?’ Es que su corazón se ha llenado de tristeza porque les he dicho estas cosas. Sin embargo, es cierto lo que les digo: les conviene que me vaya; porque si no me voy, no vendrá a ustedes el Paráclito; en cambio, si me voy, yo se lo enviaré. Y cuando él venga, establecerá la culpabilidad del mundo en materia de pecado, de justicia y de juicio; de pecado, porque ellos no han creído en mí; de justicia, porque me voy al Padre y ya no me verán ustedes; de juicio, porque el príncipe de este mundo ya está condenado”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

¡Qué dura tuvo que ser esa despedida para ti, Señor! ¡Qué dura e incomprensible para tus apóstoles! ¿Cómo prepararlos para lo que había de venir? ¡Cuántos sentimientos encontrados! Los amabas y no querías dejarlos solos, pero sabías que era necesario partir para que viniera a ellos el Espíritu Santo, quien colmaría su corazón y les daría la sabiduría y la fuerza para realizar su misión.

¿Sabes, Señor? ¡Me admira tanto tu amor tan puro y grande por ellos y por nosotros…! Tu partida no sería nada fácil para ti. La vuelta a la Casa del Padre sería por un camino sumamente doloroso…. Tú lo sabías, pero, en esos momentos no estabas pensando en ti, sino en ellos, en nosotros.

El Espíritu Santo vendría para ayudarnos a comprender el sentido de tu misión en este mundo: la de redimirnos del pecado y abrirnos las puertas del Cielo; la de iluminarnos para comprender la Verdad, el sentido de nuestra vida, el camino a la vida eterna… y a poder discernir todo aquello que nos aleja del sentido de nuestra vida.

Gracias, Señor, por pensar también en nosotros, por pensar en mí. Ayúdame a disponerme para recibir al Espíritu Santo y dejar que Él sea mi guía y mi fuerza en mi camino hacia la Casa del Padre, donde me encontraré con el Amor eterno.

«Jesús promete a sus amigos, en ese momento triste, oscuro, que, después de Él, recibirán “otro Paráclito”. Esta palabra significa otro “Abogado”, otro Defensor, otro Consolador: “el Espíritu de la verdad”; y añade: “no os dejaré huérfanos: volveré a vosotros”. Estas palabras transmiten la alegría de una nueva venida de Cristo: Él, resucitado y glorificado, vive en el Padre y, al mismo tiempo, viene a nosotros en el Espíritu Santo. Y en esta su nueva venida se revela nuestra unión con Él y con el Padre: “comprenderéis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros”».
(Homilía de S.S. Francisco, 21 de mayo de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Antes de salir de casa, encomendarme al Espíritu Santo, para que Él me ilumine en mis conversaciones con los demás.

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