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Sembrando Esperanza

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SONREIR

Una sonrisa nada cuesta, y rinde mucho.

Enriquece a quien la recibe, sin empobrecer a quien la da.

Dura un instante, pero su recuerdo no se borra.

Nadie es tan rico que pueda vivir sin ella, nadie es tan pobre que no pueda regalarla.

En casa la sonrisa brinda felicidad; en los negocios confianza; entre amigos sirve de señal.

Una sonrisa reanima a los cansados; da valor a los desa­len­tados, consuelo a los tristes, y salud a los enfermos.

Una sonrisa no puede ser comprada, ni prestada, ni roba­da; pues sólo sirve cuando es regalada.

Aun cuando alguien no te diera la sonrisa que tú esperas, tú sé generoso, y dale la tuya; pues nadie necesita tanto de una sonrisa como aquel que no sabe brindarla. (Federico Fa­ber).

«Sean ustedes amables, así como Dios lo es con ustedes» (Mt 5,45ss;1 Cor 13; Jn 15,9).

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