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Historias y anécdotas

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Se lee en los Anales de la Propagación de la Fe que un misionera de China, después de haberse desgañitado en la enseñanza del catecismo a unos cuantos niños, preguntó a algunos si habían entendido algo. El primero respondió ingenuamente: — Sí; me he dado cuenta de que su nariz es muy larga.   El segundo dijo: — Padre,

«Un hombre fue a sembrar a su campo. Una parte de la semilla cayó en el camina y fue pisoteada par los viandantes; otra cayó entre piedras y, apenas nacida, se secó porque no había humedad; otra cayó entre espinas, que la ahogaron. Una parte cayó en terreno bueno, y nació y fructificó en ciento por

En 1898 fueron ejecutadas dos criminales, que murieran del todo arrepentidos. El domingo siguiente, el padre Carixell, S. J., que había asistida a los reos, explicó el catecismo en la iglesia de la compañía. Se le acercó una mujer enlutada con dos niños, de 5 y 7 años de edad, y le dijo: — Yo soy la madre

 Suben al tren, en Burdeos, un señor y un obrero. En una estación de las Landas ven en el andén a un sacerdote que espera. Dice el obrero al señor, al mismo tiempo que señala al cura: — ¡Caballero! Estamos solos, no grite usted; aquí nadie nos ve. ¿Qué haría usted si yo quisiera robarle y estrangularle?   Pálido

El duque Alberto de Baviera era un hombre en extremo colérico. Hallándose en cierta ocasión en campaña frente a Augsburgo, cayó en sus manos una carta que le despertó dudas sobre la fidelidad de su esposa. A toda prisa volvió a su casa y, sin investigar el asunto, mandó matarla. Poco después descubrió la inocencia de la

Federico el Grande visitó en Branderburgo una escuela, precisamente durante la clase de Geografía. El emperador preguntó a un muchacho donde estaba situado un pueblecito. - En Prusia. Le contestó. - ¿Y donde está Prusia? - En Alemania. - Y, ¿Alemania? - En Europa. - Y, ¿Europa? - En el mundo. - Y, ¿el mundo? - fue la última respuesta del Emperador -. El muchacho

Un sacerdote trabajaba en misiones en una parte de la ciudad de México (Ajusco). Compra sin dinero una pequeña máquina para aumentar el número de folletos impresos de sus campañas, y para que a la larga fuera más barato que mandar imprimir. Fue pagando las mensualidades con el dinero del que disponía para eso siempre con

Repetir la Palabra revelada y atreverse a comentarla, hacer de ella las aplicaciones doctrinales y darle una recta interpretación, es tal deber de conciencia que presupone en el sacerdote una preparación que le haga instrumento dócil e inteligente para cumplir su altísima misión en nombre de toda la Iglesia, muy por encima de su modesta persona.

Al hablar haga cuanto esté de su parte para que se le escuche inteligentemente, con gusto y docilidad. Pero no dude de que si logra algo y en la medida en que lo logre, es más por la piedad de sus oraciones que por sus dotes oratorias. Por tanto, orando por aquellos a quienes ha de